domingo, 9 de septiembre de 2007

El docente y la transmisión cultural. El trigo y la cizaña

Suplemento Digital de la revista La Educación en nuestras manos N° 39; agosto de 2007

El docente debe no sólo conocer su cultura sino las coexistentes en el contexto y texto donde actúa. No hay diálogo cultural sino imposición cultural cuando transmite sólo su propia cultura, des-conociendo básicamente otras matrices fundacionales, y sus componentes culturales.

Por Mercedes Gagneten.Revista "La Educación en nuestras manos", N° 54, marzo de 1999.

Todas las personas hacen cultura, bajo nuestra concepción de que Cultura es el sentir, pensar y actuar de un pueblo en un espacio y en un tiempo determinado.En consecuencia toda persona cuando vive, transmite cultura, ya sea un carpintero, un político, una madre con sus hijos. Lo mismo sucede en la docencia.Si entendemos que hacer docencia es acompañar la vida mientras va creciendo, la educación es la posibilidad de ayudar a que esa vida crezca en un horizonte cultural determinado. Conclusión: la educación es la transmisión de una determinada cultura. Dentro de este encuadre, el docente proviene de una determinada cultura. Y cuando hace educación lo está haciendo siempre, desde un horizonte cultural. Frente a la globalización actual, caben tres actitudes diferentes en el docente.La primera es la de los que entienden que hay una cultura, en una sola aldea global. El docente es entonces un transmisor de la cultura hegemónica y dominante. Su tarea básicamente consiste en invadir con una propuesta cultural a los alumnos, "adecentándolos" para lograr la funcionalización de los mismos a los mecanismos de la mencionada aldea global. Por ende el producto de la educación, es haber logrado la elevación cultural de la población. Es decir producir un solo tipo de ciudadano, de consumidor, de hombre decente. Decente en el sentido de afianzado, por educación adaptativa, a un solo esquema organizativo de la sociedad (cultura). De este modo, mandatos socialmente generalizados (cultura) son reproducidos en los hombres tipos, logrado mediante educación eficaz y eficiente: hay que amarse así, hay que vestirse así, hay que gastar así, hay que formar a los hijos así, hay que rendir así. No se trata de así o azá. Es así: un sólo mandato que brota de una sola cultura, trasmitida mediante una sola educación. El mandato es: desde una sola cultura universal, adecentar al pueblo, "educar al soberano". La segunda actitud es la correspondiente a los que visualizan la naturaleza colonizante en el campo cultural y educativo, y descreen no sólo de la cultura dominante, sino también de la educación, por entenderla como reproductora de esa misma cultura. Son los que intentan abrirse del sistema y fundar desde fuera, y desde abajo, realizando procesos fuera de la adaptación al mismo.Dentro de este tipo de postura educativa está aquel que "se pasa de mambo" dicho en criollo, y considera que toda cultura del pueblo es la verdad. Hace "basismo" educativo, entendiendo que todo lo que viene de abajo y desde adentro siempre es verdadero, sin infiltraciones, sin ver que siempre hay un Michael Jackson en una radio de cualquier parte del país. No hace una filtración crítica, y por ende, entiende al pueblo como igual a verdad, como único portador de verdad. Como consecuencia de esta concepción el docente se convierte en un "tomador" de las expresiones culturales.La tercera actitud es la de los que comienzan a "darse cuenta" que hay una sola aldea global dominante y por eso hegemónica. Pero que sin embargo, está montada por sobre un sustrato ancestral básico que preexistía a la aldea. Sustrato que es este modo de ser indoamericano, y que proviene de una propuesta no sólo diferente, sino inversa a la de la aldea global. Tan antagónicas las dos lógicas, que a pesar del montaje educativo de siglos, aún hoy manifiestan ambas, indicios de incompatibilidad.La vida en sociedad da muestras diarias de fractura entre la lógica

capitalista de acumulación y la lógica popular propia de una cultura "sentada", del "aquí estoy nomás, pa qué quiero más, mientras haya salud...". Los docentes que se dan cuenta de esta incompatibilidad, críticamente se interrogan y cuestionan el contexto, en vez de quedarse en la misión educativa, de invadir con una sola propuesta cultural (primera actitud), ni fugarse del contexto cultural educativo (segunda actitud). Por el contrario, comienzan a preguntarse acerca de la fractura entre esa aldea global y este mundo insurgentemente clandestino que sigue estando sentado, que sigue estando ahí nomás. Este docente intenta hacerse cargo históricamente de la fractura cultural, y entiende el proceso educativo, como el encuentro, el choque y a la vez la reparación entre diferentes horizontes culturales en pugna. En esta tercera actitud se encuentran aquellos que hacen de conectores, esfuerzos de "by pass", tomando de la realidad popular todo lo que acerca vida, intentando desagregar todo aquello que acerca muerte (como es hoy la situación de violencia que todos vivimos) e intentar hacer síntesis. Esta tercera actitud no consiste solamente en respetar o mover lo existente, sino llevarlo a que crezca, se confronte y por ende, se potencie.Y esta actitud parte de entender que se está haciendo transmisión de cultura, con un basamento ancestral claro, irrenunciable, que es un tronco básico del cual partir, para que "no nos encandile cualquier lucerío" posmoderno. Y desde allí, poder hacer juicio crítico acerca de la subalternidad que coexiste en el campo popular con genuinos componentes de resistencia y de liberación. Dicho en criollo, en el campo popular está todo junto, el trigo y la cizaña. Ello exige juicio crítico, lo cual requiere como mínimo no renunciar a dos cosas: por un lado a lo ancestral, es decir de dónde venimos (qué y cómo era nuestro pueblo antes de la penetración: matrices básicas); y por otro lado tener claro hacia dónde vamos.¿Qué hacer el docente hoy?Esta aldea global es fascinantemente seductora, con todos esos espejitos de colores que nos hablan de la tecnología, y de más allá. La presión de la capacitación está centrada en esta línea de seducción cultural. El docente fácilmente cae en la voracidad de captar cada día mayor capacitación que, en el fondo, es mayor lavado de cerebro en función de meter adentro el amo, meter adentro la aldea global.La cuestión es cómo hacer posible que "no nos vendan buzones" sin negarnos a la capacitación, para no quedarnos "fuera del plato" ya que es condición básica la no autoeliminación popular, por ende la no autoeliminación del docente. Esto es posible si podemos captar la capacitación posmoderna funcional para la aldea global, y al mismo tiempo ocupar o crear espacios donde generar la discriminación crítica de lo absorbido. Absorber la posmodernidad y al mismo tiempo desaprender esa posmodernidad desde otra mirada. Lo fundamental es tener lo ancestral aprehendido, que creo es, en estos momentos, en lo que estamos más huérfanos. ¿Cómo des-aprender entonces?Hay que mirar para atrás, la memoria, y no sólo quedarnos con la historia última. Veamos algunos ejemplos, que nos permitan mirar cómo es nuestro pueblo ancestral hoy, cómo es esto de entender la cultura básicamente como felicidad. Esta matriz ancestral la encontramos, por ejemplo, cuando a pesar del contexto de desocupación, a alguien se le dice: "¿por qué no trabajás más si podés?". Y responde: "No, porque quiero estar con mis hijos". Eso es un valor ancestral irrenunciable, porque nuestro pueblo sabe que lo que no se mama desde muy chiquito y desde abajo después no tiene regreso.Otro elemento, es esto del uso del ocio para recrear la vida. Muchas veces desde los sectores medios y desde los docentes no se entiende, entre otras razones, debido a que nos tomamos vacaciones en enero, aunque no vayamos ni a la esquina. Sin embargo, culturalmente se mantiene la posibilidad de desenchufarse y de reenchufarse. En cambio en el sector desposeído, sin trabajo estable y sus derechos concomitantes, no sostiene un organizador vital del tiempo que es el trabajo, justamente porque están desocupados. Entonces su vida marcha en un permanente deseo de colapsar el tiempo y en el espacio para no quedarse sin pilas, en función de llegar a mañana, como inercial defensa de la vida. Entre miles de otros, estos son ejemplos de fracturas culturales que enfrenta el docente, sobre todo cuando trabaja en zonas de extrema miseria. Frente a esto, o va con un sólo modelo cultural/educativo, o visualiza la realidad mediante el desaprendizaje desde otra perspectiva, desde otro modo cultural/educativo. Pero esto, no es visualizable en acto individualista, sino que en colectivo con su pueblo va encontrando las líneas que dan vida y las que dan muerte.Resulta importante realizar análisis cultural de la vida diaria en general así como de la vida escolar en particular. Poder visualizar estas diferentes matrices culturales en relación a los componentes estables de la vida misma, tales como cultura popular/cultura dominante en relación a la lengua, al sexo, al dinero, a la fiesta, a la familia, a la educación, al trabajo, etc.Por todo lo dicho, el docente debe no sólo conocer su cultura sino las coexistentes en el contexto y texto donde actúa. No hay diálogo cultural sino imposición cultural cuando transmite sólo su propia cultura, des-conociendo básicamente otras matricesfundacionales, y sus componentes culturales. En este sentido, está tan naturalizado que hay una sola cultura que no aparece que el docente es un des-educado en este tema de re / conocer las diversas matrices culturales coexistentes en la trama indoamericana actual. Asimismo queda naturalizado el currículum cultural oculto en todo acto educativo. Dicho currículum oculto se debe des/ocultar, y confrontar desde la existencia de multicurriculums culturales Hoy es clave la transmisión de cultura, es decir vale la pena todo esfuerzo tendiente a reforzar la transmisión cultural desde lo ancestral, bajo la consigna de: viniendo desde atrás pero mirando la era que viene. Siendo profundamente productivos, captando la máxima capacidad crítica y captando las máximas herramientas. En el actual contexto de Estado desertor, si la escuela ha quedado librada a su propia suerte, implica concretamente una escuela librada a su propio poder. Si la escuela es tierra de nadie, significa que es tierra nuestra. En esta perspectiva es preciso llevar puesta la convicción no sólo que la escuela está en nuestras manos, que es un espacio público, sino, a la vez, que constituye la última frontera de lo público. Por consecuencia, hagamos de cada lugar donde estamos, un lugar de poder. El trabajo genera poder. No es un tiempo de utopías generalizables sino de nichos ecológicos, de pequeñas utopías. Es un tiempo de aparente aislamiento, y sin embargo, de mucha producción "intra", hasta tanto lleguen tiempos de mayor posibilidad de construcción y desarrollo histórico. Hay que superar la queja para convertirla en producción en cada lugar que hacemos cultura desde la educación. Esto, implica transmitir cultura desde nuestro pueblo, con nuestro pueblo y para nuestro pueblo.

1 comentario:

Aldo dijo...

excelente lectura!!! :O